top of page

 

Conversación con Carlos Hernán

« La música es el sueño de la vida »

 

 

 

 

El escritor Marcel Proust decía: “Vale más soñar la propia vida que vivirla, aunque vivirla es también soñarla”.  Para usted ¿la música representa el “sueño de la vida”?

Sí, en un cierto modo, la música es para mí el sueño de la vida. Un sueño como esta parte de nosotros muy fuerte que viene de lo más profundo de nosotros y se amplifica para volverse real. Pero ambos están ligados. La música se alimenta de lo real y lo real de la música. Este mundo de la creación se convierte en mi propia vida porque es él quien me forma y a través del cual me expreso.

 

 

¿Es por esto que usted es al mismo tiempo intérprete y compositor?

Así es. Me gustan el piano y la música en todas sus formas. Pero componer es esencial para mí. Es todo un mundo que nace con la inspiración y se transmite en la comunicación a los demás.

 

 

¿Y piensa usted en los demás cuando crea?

Sí, la música posee una dimensión universal capaz de transmitir múltiples mensajes. No pretendo cambiar el mundo. Pero si mi música puede traer algo de felicidad y armonía a las personas entonces, me sentiré contento. Hay mucho sufrimiento y desdicha a nuestro alrededor; pero también hay muchas cosas bellas. Yo trato de estar más de este lado.

 

 

Usted habla de universalidad. ¿Se siente usted ciudadano del mundo?

No diría que me siento ciudadano del mundo. Pero sí me siento influenciado por distintas culturas. Soy peruano. Pero he vivido en los Estados Unidos, en Miami, en donde estudié mi carrera y trabajé, luego volví a Lima en donde pude profundizar mis conocimientos en el piano y la interpretación con una gran pianista rusa, Marina Pavlovna. Después, decidí mudarme a Francia, en donde ahora vivo. Me siento moldeado por todas estas culturas aunque siga siendo ante todo, latino.

 

 

¿Por qué Francia?

Siempre me ha gustado la cultura francesa. Además, para mí, Francia es la cuna de la cultura y de la moda. Me encanta sentir este avant-garde a mi alrededor, fusionado con historia. El balance entre pasado y futuro es muy importante para mí. También me gusta la importancia que los franceses le dan a su cultura gastronómica, es algo que me recuerda mucho al Perú.

 

 

Su primer disco, Marina Trémolo, es una sucesión de piezas cortas. ¿Por qué esta elección?

Pienso que la vida moderna es sinónimo de velocidad, de zapping. Al mismo tiempo es imagen, fotografía. Una obra de 3-5 minutos es la fotografía de una emoción. Estas vienen una tras otra. Como nosotros, que pasamos de una cosa a la otra, viviendo la acumulación de instantes en cortas secuencias.. Es una parte de lo que quiero expresar.

 

 

Y ¿por qué una estructura clásica?

No veo ninguna contradicción en ello. Me gusta que la música cuente una historia con una melodía que se pueda seguir fácilmente, que sea una especie de “trip”. Por ello me gusta que tenga distintos estados de ánimo, movimientos. En cuanto a su estructura, me parece que la claridad de la estructura clásica es propicia para estos tiempos de caos en que vivimos.

 

 

¿Cuáles son sus influencias o sus fuentes de inspiración?

Me encanta la música de Erik Satie porque evoca un estado de ánimo y crea una atmósfera. Me gusta que haya escrito muchas obras cortas y el concepto que defendía de  “no adornar las cosas”. Por otro lado, me gusta Radiohead  y quizá esto le sorprenda, pero también  Kurt Cobain. Pienso que él era un genio, por su música y por el impacto cultural que ésta tuvo en su día. También pienso en mi compatriota, el escritor Mario Vargas Llosa, que en sus libros entremezcla personajes y tiempos con maestría y nos lleva por un viaje guiado ante todo por la intuición.

 

 

¿Cómo viene en usted esta vocación?

Tengo un tío abuelo que fue un reconocido compositor y pianista de música criolla: Lorenzo Humberto Sotomayor. Pero fue mi abuela quien tocó el piano para mí en la sala de su casa una vez cuando yo tenia 10 años y fue como una revelación. Desde entonces, la música ha formado parte de mi vida.

 

 

¿A qué edad empezó a componer?

Cuando tenía 15 años. Fue casi instintivamente. Las melodías se me ocurrían como jugando en el piano. Sin embargo, tuve que ver de cerca el lado de empresarial de la música en EEUU para que mi vocación se confirmara.

 

 

¿El piano siempre ha ocupado un lugar central en su vida?

Sí, me apasionó desde el día en que lo descubrí. Es todo un mundo. ¡Creo que para mí está al centro de todo!

 

 

¿Quiénes son sus intérpretes favoritos?

Aquellos que tienen una técnica impecable pero que dan más importancia a las emociones. Los que crean una paleta de colores sonoros y añaden su personalidad. El gigante Vladimir Horowotz, el magistral Mauricio Pollini. Asimismo, la extraordinaria Martha Argerich. También admiro a los grandes del jazz como Keith Jarrett y Michel Petrucciani.

 

 

¿Tiene en mente explorar otros territorios de expresión como la música para películas, por ejemplo?

Es algo que me llama la atención. Me gustaría desarrollar un proyecto con un artista videasta. Quisiera poder trabajar en algún momento con el productor Nigel Godrich. En cuanto hacer música para el cine, pienso que sería un gran reto. Me fascinan los films de Visconti y Jane Campion. Me encantan las películas de Eric Rohmer y Julio Medem. Son grandes directores que saben como trabajar con la música y las emociones visuales. La belleza de sus imágenes cobran distintas dimensiones en cada una de sus películas.

 

 

¿Y la música pop?

Sí, desde luego. En todo caso, si fuera un proyecto con Elizabeth Fraser (de los Cocteau Twins) o Liliane Davis (cantante francesa de temas famosos de películas como Bilitis y Los unos y los otros) aceptaría inmediatamente. ¡Soy admirador de ellas desde hace muchos años! 

 

 

¿Una palabra clave?

El cambio.

Hoy en día todo va muy rápido. Todo se transforma. Ya no vivimos en la ilusión de un mundo suspendido en el tiempo. Es en medio de este movimiento que tenemos que saber hacer pequeñas pausas, para poder respirar pero manteniéndonos al compás de la vida.

bottom of page